Cine en cuarentena: All The Men´s King, película propuesta por Diego Mauro.

All The Men´s King (2006) es una remake del clásico filme El Político de 1949, ganador de tres premios Oscar, incluido el de Mejor Película. Ambos filmes se basan en la novela homónima de Robert Penn Warren (1946), que le valió un premio Pulitzer. La nueva versión es dirigida por Steven Zaillian, un destacado guionista en producciones tan diferentes como La Lista de Schindler y Misión Imposible. A pesar de las expectativas generadas por el elenco (Sean Penn, Kate Winslet, Jude Law, Antonhy Hopkins), la película fue un fracaso. La crítica la demolió. La revista Rolling Stones la consideró una apuesta “fallida” y para el New York Times directamente “nada funciona”. Ni siquiera Sean Penn quedó al margen de los cuestionamientos cuya actuación protagónica fue calificada por The Guardian como “molesta” (https://www.filmaffinity.com/es/film779316.html)

La película narra la historia de Willi Stark, un joven político de Louisiana que asciende rápidamente hasta convertirse en gobernador del Estado en los años treinta. Según las sinopsis habituales de los críticos, la película demuestra la naturaleza corruptora del poder. El idealismo y la honestidad de Stark acaban sucumbiendo a las tentaciones autoritarias de su posición, hasta convertirlo en un “déspota corrupto” preocupado principalmente por “mantenerse” en el Estado. 

¿Por qué propongo entonces el filme? En primer lugar, porque no comparto casi nada de las críticas. Me gusta el trabajo actoral de Penn y el ritmo que Zaillian le imprime al filme. Segundo, y más importante, porque rechazo las habituales sinopsis de los críticos como la que acabo de transcribir. Cuando las leo me pregunto ¿qué película vieron?  Es cierto que el personaje cambia pero ¿para convertirse en un déspota? ¿Qué entienden por déspota? Y, en todo caso, ¿qué es lo que vuelve a Stark un “déspota” o un político “autoritario”? Zaillian construye una trama con mucho hilos que, sin embargo, los críticos no retoman. La mirada naif sobre el poder como esencialmente corruptor ocupa el centro de los análisis y nada se dice de las otras dimensiones que se abren en el filme:  el rol de la prensa y las corporaciones empresariales en la vida política así como la larvada crítica a una de las “vacas sagradas” del capitalismo liberal, la división de poderes. En conclusión, me parece que lo que molesta tanto no son los posibles excesos actorales de Sean Penn o algunos giros fallidos del guión. Lo que incomoda es el fondo profundamente antielitista del relato, la eficacia con la que Penn encarna ese antielitismo, y, finalmente, la demostración de que la corrupción más grave y más difícil de combatir en nuestras democracias no es la del personaje en cuestión sino la de un sistema legal y una trama política al servicio de los poderosos. Las corrupciones que, precisamente, desnuda Stark.

Diego Mauro