Sesión inaugural: 7 de abril, 15 horas (ARG).
9° año. 

“Después de las rebeliones: cambio jurídico-político y sus límites en la Edad Moderna”
A cargo de Xavier Gil Pujol, Universidad de Barcelona.

Zoom:
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ID de reunión: 876 6471 9930
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La idea habitual acerca de la situación resultante de un episodio de rebelión fracasado durante la Edad Moderna es la de que la autoridad que logró sofocarlo reforzó a continuación su dominio mediante el castigo de los rebeldes y, sobre todo, la abolición de leyes y privilegios de la ciudad o de la provincia en cuestión. De esta manera, el fracaso de una rebelión suponía una puerta abierta hacia el absolutismo.
Así sucedió en diversos casos. Baste mencionar Florencia con la fortezza da basso mandada erigir por Alejandro de Medici en 1534 o las reformas dictadas por el Emperador Fernando II en Bohemia en 1629.
Sin embargo, no faltan otros casos en que la derrota de los rebeldes no fue seguida por un avance tan claro del absolutismo. Las Comunidades de Castilla en 1521, las alteraciones forales de Aragón contra Felipe II en 1591, el levantamiento de la ciudad de México contra el virrey en 1624 y el regreso de Barcelona a obediencia de Felipe IV en 1652 se vieron seguidos de reformas más bien menores en comparación con las practicadas en otras situaciones.
Una vez suprimida una rebelión, a la corona se le planteaba la necesidad imperiosa de restablecer las relaciones con clases dirigentes locales sobre una lealtad reconstruida.
Por otra parte, cambios no menos eficaces tuvieron lugar fuera del ámbito propiamente político y constitucional, como en la mencionada Bohemia, donde fue sobre todo el proceso de recatolización posterior a la revuelta el factor que más influyó en el asentamiento efectivo de la autoridad imperial.
En cualquier caso, las circunstancias financieras y bélicas del momento así como la situación geopolítica de cada caso influyeron en la intensidad de las reformas legales de tipo punitivo aplicadas.
Al mismo tiempo, autores como Jean Bodin, Justus Lipsius y otros advirtieron sobre las dificultades que todo intento de reforma legal conllevaba.
Estas observaciones conducen a descartar una visión de la vida política en la Edad Moderna en términos simplistas de rebelión y absolutismo y, de esta manera, contribuyen a la tendencia actual de estudio de las dinámicas políticas también en sus aspectos de negociación, tensión y continua reformulación.
Después de las rebeliones: cambio jurídico-político y sus límites en la Edad Moderna.